
Salí de su cuarto con mucho dolor de cabeza. Como siempre, esperé un ratito hasta oírlo respirar profundo sobre mi pecho. Era delicioso ver cómo su cara se iba relajando, sus ojitos dejaban de moverse y su boca se enchuecaba creando un corazón en sus labios. Empezaba a soñar y entonces sabía que ya lo